Iban un viejo y un chico por esos mundos de Dios y acompañando a los dos iba también un borrico. El vejete ya encorvado iba a pie con mucha paz y mientras tanto el rapaz iba en el burro montado. Vieron esto ciertas gentes de no sé qué población y con acento burlón exclamaron impacientes: -¡Mire usted el rapazuelo ...