La espera se hace eterna. Luego, llegado el momento, cuando suena la alarma, perezoso piensas: - ¿Y si me doy media vuelta? Y es que madrugar un festivo puede, además de parecer una estupidez a la mayoría de los mortales, resultar duro durante los cinco a diez segundos que tardas en desconectar el ruidito infernal del móvil. Pero luego en la calle, llueva o no,...